Joven es captado en plena calle bajo los efectos de «El Químico»

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La creciente oleada de videos donde se muestran a jóvenes cubanos completamente descontrolados bajo los efectos de la droga conocida como “el químico”, ha encendido nuevamente las alarmas sobre la profundidad y el alcance de esta crisis de salud pública que golpea con fuerza a la sociedad en la isla.

Uno de los materiales más recientes y estremecedores fue compartido en redes sociales por la usuaria Marlene R. Sandoval. En las imágenes se observa a un joven tendido en plena vía pública, visiblemente alterado, con el rostro ensangrentado y convulsionando, sin control. Mientras su cuerpo se agita entre espasmos, emite sonidos inhumanos que hielan la sangre de quien observa. Lo más desconcertante es la indiferencia de los testigos, quienes, lejos de intervenir, simplemente observan o siguen de largo como si fuera parte de un paisaje habitual.

“El papelito ese tiene vuelto loco a todo el mundo, asere. Miren eso, ¡qué clase de abuso, compadre!”, se escucha decir al autor del video, en clara alusión al devastador impacto que está teniendo esta sustancia en la juventud cubana.

El uso de esta droga puede llevar a convulsiones, alucinaciones fuertes, comportamientos agresivos y hasta daño cerebral permanente e incluso la muerte. A pesar de eso, sigue circulando y se está haciendo más común en los barrios de Cuba, especialmente entre los jóvenes que buscan escapar del estrés, la frustración y la falta de oportunidades.

Expertos de Cuba, dicen que el llamado “químico” es un tipo de cannabinoide sintético. Estas sustancias son fabricadas en laboratorios clandestinos para tratar de copiar los efectos de la marihuana, pero son mucho más potentes y peligrosas. En estas mezclas se han encontrado desde anestésicos para animales hasta formaldehído y restos de té o hierbas secas, lo que hace que cada dosis sea muy arriesgada.

La situación se ha vuelto tan recurrente que muchos ya lo consideran una epidemia silenciosa. Lo que en un inicio parecía ser un problema marginal, hoy se muestra como una amenaza creciente, con efectos devastadores no solo para quienes consumen esta droga, sino también para sus familias y comunidades.

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Por otro lado, las autoridades en Cuba han estado reprimiendo. En los últimos meses, ha habido varios operativos policiales y muchos arrestos en diferentes provincias. También han tenido juicios en los que los acusados, incluso por tener pequeñas cantidades, han recibido penas que llegan hasta 15 años de cárcel.

Familiares de víctimas y organizaciones comunitarias han exigido que el problema sea abordado también desde el enfoque de salud pública. Reclaman campañas de prevención, acceso a tratamiento médico especializado, programas de rehabilitación, y apoyo psicológico tanto para los afectados como para sus entornos cercanos.

El video que compartieron muestra el drama que viven muchos jóvenes por culpa de esta droga. Es urgente que actuemos con seriedad y empatía. La juventud en Cuba está sufriendo por una sustancia que no solo destruye cuerpos, sino también sueños y futuros. Mientras el Estado no se comprometa de verdad a resolver esto, seguirá habiendo más víctimas en las calles.

En las últimas semanas se han multiplicado en redes sociales los videos donde se documentan escenas similares. En La Habana, por ejemplo, un joven fue captado, tirado en la calle, completamente fuera de sí, en circunstancias casi idénticas a las del video. Más trágico aún fue el caso reciente de un joven que falleció tras sufrir una sobredosis de esta misma sustancia y fue hallado sin vida en plena vía pública.

Preguntas frecuentes sobre la crisis de “el químico” en Cuba

¿Qué es exactamente “el químico” y por qué representa un peligro mayor que otras drogas?
El químico es una droga sintética que se hace con cannabinoides artificiales y trata de imitar los efectos de la marihuana, pero es mucho más fuerte y sus efectos son impredecibles. Está hecho de una mezcla de químicos, como formol, anestésicos para animales y restos de plantas, lo que puede ser muy peligroso para el sistema nervioso. Los usuarios pueden experimentar desde alucinaciones graves hasta convulsiones, agresividad extrema e incluso la muerte.

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¿Cómo está afectando esta sustancia a los jóvenes cubanos?
La situación es muy grave. Muchos jóvenes, sobre todo de barrios en dificultad, están cayendo en el consumo porque se sienten desesperanzados, enfrentan presión de sus pares y no tienen muchas opciones. Esto ha llevado a una generación que sufre de adicciones fuertes, problemas en el cerebro, e incluso muchas muertes. Las imágenes que vemos en las redes muestran a chicos tirados en la calle, confundidos y heridos, lo que revela un problema social preocupante.

¿Qué acciones han tomado las autoridades para frenar el consumo del químico en Cuba?
La respuesta del gobierno ha sido sobre todo reprimir: han hecho operativos contra las drogas, arrestos en masa y han impuesto penas duras, incluso por tener solo un poco. También han creado un Observatorio Nacional de Drogas para seguir el rastro de estas sustancias. Pero estas medidas han recibido críticas porque no tocan el fondo del asunto: la falta de prevención, educación y programas de rehabilitación que realmente funcionen.

¿Existe algún tipo de ayuda para quienes ya consumen esta droga?
Ahora mismo, las opciones de ayuda son pocas y no son fáciles de alcanzar. Hay médicos y psicólogos que hacen lo posible por ayudar, pero no hay una red nacional de apoyo efectiva. Muchas familias se enfrentan a esta situación solas, sin saber a dónde acudir ni con recursos. Las comunidades y ONGs están empezando a actuar, pero se nota que se necesita una respuesta más fuerte y compasiva de parte de las instituciones.

¿Qué se puede hacer desde la sociedad para enfrentar esta crisis?
La sociedad cubana necesita pedir políticas que se centren en la salud en lugar de enfocarse solo en castigar. Es importante fomentar el diálogo, acabar con el estigma hacia quienes consumen y crear lugares seguros donde los jóvenes puedan ser escuchados y ayudados. La educación preventiva, tener acceso a actividades recreativas y ofrecer oportunidades económicas son vitales para detener esta epidemia que no se ve.

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