Sandro Castro, el nieto de Fidel Castro, está otra vez en el ojo del huracán. Esta vez, por un video que anda circulando donde se le ve en La Habana, bien tranquilo, con un carro deportivo convertible y alguien arreglándole una goma. Pilar de Cuba fue quien subió el video a Facebook. La gente está indignada con la actitud relajada de Sandro y el lujo del carro. Le están dando con todo, tanto en Cuba como afuera.
En medio de una grave crisis económica, marcada por la inflación, la escasez de productos básicos y constantes apagones, la imagen de un joven acomodado disfrutando de lujos reservados para unos pocos contrasta drásticamente con la vida de la mayoría de los cubanos. La escena ha sido interpretada por muchos como un símbolo claro de la desconexión entre la élite del país y el pueblo llano.
Sandro, lejos de mostrarse afectado por los señalamientos, mantiene una actitud provocadora en redes sociales. Aunque no ha respondido directamente a las críticas surgidas tras la publicación del video, sus contenidos recientes en plataformas digitales refuerzan su imagen de personaje altivo, orgulloso de su estatus social, al que poco parece importarle la opinión pública o las tensiones políticas.
Aparte de lo que dice la gente, este caso ha llamado la atención porque hasta gente que apoya al gobierno ha protestado. Personajes como Gerardo Hernández Nordelo, el jefe de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), y “El Necio”, que defiende al gobierno en redes, han criticado la actitud de Sandro y su estilo de vida, diciendo que es ofensivo y daña la imagen de la revolución.
La activista Pilar fue directa en su comentario al publicar el video: “Sandro Castro en su juguetico, todo preocupado por lo que dice Gerardo y El Necio… Su apellido lo exime… Ahora es que esto se pone bueno. Guerra de poder y claramente se sabe quién lo tiene”. Sus palabras reflejan la percepción creciente de que el nieto de Fidel vive amparado por un apellido que le permite ignorar reglas y consecuencias.
Este no es el primer escándalo protagonizado por Sandro. En el pasado, ha compartido imágenes en discotecas exclusivas, rodeado de autos de alta gama y bebidas costosas. Su estilo de vida ha sido criticado en múltiples ocasiones, convirtiéndose en una figura que representa, para muchos, los privilegios heredados y la impunidad de ciertos apellidos dentro del sistema cubano.
El silencio del gobierno y cómo este muchacho actúa sin que le pase nada han hecho que la gente se sienta frustrada. Quieren que haya coherencia, justicia y que los que están o estuvieron en el poder respondan por sus actos. Mientras muchos cubanos luchan para sobrevivir, ver a alguien que no trabaja en política, pero vive como rey gracias a ella, causa mucha rabia y resentimiento.
En Cuba, donde hay gente que lucha y otros que viven bien, Sandro Castro se ha vuelto como un símbolo de que las promesas de la revolución y la vida real no se parecen en nada. Su forma de ser llama la atención y para muchos muestra que el sistema ya no funciona ni aquí ni afuera.
Preguntas frecuentes sobre el caso de Sandro Castro
¿Quién es Sandro Castro y por qué causa tanta controversia?
Sandro es nieto del exlíder cubano Fidel Castro. Aunque no ocupa cargos oficiales, su estilo de vida ostentoso y sus publicaciones en redes sociales lo han colocado en el centro de la crítica pública.
¿Qué ocurrió exactamente en el video?
Fue captado en un automóvil de lujo descapotable en Centro Habana, mientras un hombre arreglaba una llanta del vehículo. Su actitud distante y despreocupada generó fuertes reacciones en redes sociales.
¿Cómo ha reaccionado la población?
La mayoría de los cubanos ha reaccionado con indignación, interpretando la escena como una muestra más del privilegio de la élite gobernante frente a las carencias del pueblo.
¿Hay críticas desde dentro del régimen?
Sí. Figuras del oficialismo como Gerardo Hernández Nordelo y “El Necio” han cuestionado públicamente la conducta y el nivel de ostentación de Sandro Castro.
¿Cuál es el mensaje simbólico de esta situación?
Para muchos, Sandro representa la desconexión total entre el pueblo y quienes están vinculados al poder, reforzando la percepción de que existe una élite intocable en Cuba.
