El barrio de Luyanó amaneció distinto. Las risas que solían mezclarse con la música del vecindario se apagaron de golpe. En su lugar, solo queda un silencio profundo, de esos que duelen. La comunidad entera llora la partida de Yorli, un joven carismático, lleno de sueños, que se ha convertido en una nueva víctima del llamado “químico”, una peligrosa sustancia que avanza sin freno entre los jóvenes cubanos.
Yorli era de esos muchachos que iluminaban cualquier lugar. Sus amigos lo describen como alegre, sociable y siempre dispuesto a tender una mano. Tenía planes, ilusiones, metas. Pero un día, el “químico” se cruzó en su camino. Ese compuesto mortal, vendido como una “alternativa barata para divertirse”, se fuma, se inhala o incluso se mezcla con bebidas, sin que muchos sepan realmente qué contiene. Lo que parece una simple experiencia termina siendo una trampa mortal que atrapa, destruye y mata.
Hoy, sus amigos aún no asimilan lo ocurrido. La noticia de su fallecimiento ha sacudido no solo al barrio, sino a toda una generación que observa cómo la adicción se convierte en una sombra cada vez más presente. Lo que le pasó a Yorli no fue un accidente, fue el resultado de un problema creciente que exige atención urgente.
El “químico” no entiende de edades ni de clases sociales. Se cuela en las calles, en las fiestas, en las esquinas, donde la desesperanza o el aburrimiento se mezclan con la curiosidad juvenil. Muchos jóvenes lo consumen sin conocer sus efectos devastadores, buscando escapar de realidades difíciles, sin imaginar que podría ser el último paso que den.
La comunidad pide a gritos no quedarse callada. Los vecinos, las familias, los amigos: todos tienen un papel en la lucha contra este mal. Hablar, escuchar, buscar ayuda profesional y no minimizar los signos puede marcar la diferencia. En Cuba, donde los recursos para tratar las adicciones son escasos, el silencio se convierte en un enemigo más.
La historia de Yorli no debe quedar en el olvido. Su nombre se suma a una lista que no deja de crecer, pero también se transforma en un llamado de conciencia. Por él, y por todos los que ya no están, el mensaje es claro: #AltoAlQuímico.
Porque cada vida perdida es un recordatorio de que aún estamos a tiempo de salvar otras.
Preguntas frecuentes sobre el consumo del “químico” en Cuba
¿Qué es exactamente el “químico”?
Es una mezcla de sustancias sintéticas, muchas veces desconocidas, que puede fumarse, inhalarse o ingerirse. Se vende como una droga recreativa, pero sus componentes son altamente tóxicos y pueden causar daños irreversibles.
¿Por qué se ha vuelto tan popular entre los jóvenes?
Por su bajo costo y la facilidad con la que circula en barrios y entornos urbanos. Se promociona falsamente como una forma “segura” de diversión, lo cual la hace especialmente peligrosa.
¿Cuáles son los principales riesgos del consumo del “químico”?
Puede provocar alucinaciones, ataques cardíacos, daños neurológicos e incluso la muerte. Cada dosis es una ruleta rusa, ya que no hay control sobre su composición.
¿Qué pueden hacer las familias para prevenir casos como el de Yorli?
Hablar abiertamente sobre el tema, estar atentos a los cambios de conducta, evitar juzgar y buscar ayuda profesional en cuanto aparezcan las primeras señales de consumo.
¿Qué acciones se necesitan en Cuba para frenar este fenómeno?
Es fundamental implementar campañas de prevención, crear programas de rehabilitación accesibles y reforzar la vigilancia sobre la distribución ilegal de estas sustancias.

