En medio de los destrozos que dejó el huracán Melissa en el oriente cubano, una escena se ha vuelto símbolo del dolor y la impotencia de miles de familias. Una niña de Birán, en la provincia de Holguín, rompió el silencio con una súplica que ha conmovido a todo el país y a la comunidad cubana en el exterior:
“Miren mi casita, no tengo nada. Ayúdenme, por favor, yo confío en Dios.”
El video, grabado entre lágrimas y escombros, muestra a la pequeña rodeada de ruinas, con sus abuelos descalzos intentando rescatar lo poco que el viento no se llevó. Su voz, temblorosa pero firme, es el reflejo más puro del abandono que sufren las zonas rurales de Cuba, donde la ayuda estatal brilla por su ausencia y la esperanza se sostiene apenas con fe.
“No tengo ni casa, ni cama, ni ropa. Ayúdenme, por favor, necesitamos comida y dinero para salir adelante”, dice la niña mientras sostiene una pequeña imagen religiosa. Su llamado se ha vuelto viral en redes sociales, generando una ola de solidaridad que traspasa fronteras.
El rostro de una Cuba que duele
Birán, el mismo lugar que vio nacer a la familia Castro, hoy se muestra irreconocible. Las imágenes de techos arrancados, caminos bloqueados y familias sin recursos reflejan una realidad que contrasta con los discursos oficiales. Mientras las autoridades anuncian planes de recuperación, las comunidades más afectadas siguen esperando el primer saco de cemento o el plato de comida prometido.
En redes sociales, miles de usuarios expresan su indignación y empatía. “Cada palabra de esa niña duele en el alma”, comentó una usuaria. Otros han compartido la publicación con mensajes de apoyo, mencionando a organizaciones y grupos humanitarios que buscan la forma de llegar con alimentos, ropa y medicinas.
Desde dentro y fuera del país, los cubanos se organizan para tender la mano a los damnificados. Páginas independientes y colectivos solidarios han iniciado campañas bajo el lema:
“Si puedes ayudar o compartir, hazlo. Porque Cuba duele.”
Silencio oficial y esperanza ciudadana
El régimen cubano, una vez más, ha optado por el silencio. En los medios estatales apenas se mencionan los estragos del huracán, y mucho menos los testimonios de familias como la de esta niña. Mientras tanto, los pobladores denuncian la falta de asistencia, el colapso de viviendas y la escasez de recursos básicos.
La historia de esta pequeña se ha transformado en un símbolo: el grito inocente de quienes no tienen voz. Su pedido no solo exige ayuda material, sino también atención, compasión y justicia social para un pueblo que vive al límite.
En medio de tanta desolación, la fe parece ser lo único que no se derrumba. “Yo soy hija de Dios, en Él confío”, repite la niña, con la inocencia de quien no entiende por qué su país se ha quedado sin respuestas.
Su clamor, sencillo y poderoso, trasciende los límites de un video viral para convertirse en un recordatorio de la deuda pendiente con los más vulnerables. En su mirada se reflejan millones de cubanos que aún esperan ser escuchados.
Preguntas frecuentes sobre la situación en Birán tras el huracán Melissa
¿Qué zonas de Holguín fueron más afectadas por el huracán Melissa?
Las comunidades rurales de Birán, Mayarí y Cueto reportaron los mayores daños. Muchas viviendas quedaron destruidas y el acceso a alimentos y agua potable es limitado.
¿El gobierno cubano ha brindado ayuda a los damnificados?
Hasta el momento, los reportes indican que la asistencia estatal ha sido mínima. La mayoría de la ayuda proviene de ciudadanos, iglesias y grupos independientes.
¿Cómo puedo colaborar con las familias afectadas?
Diversas organizaciones humanitarias y plataformas de cubanos en el exterior están recolectando donaciones en línea para enviar alimentos, medicinas y ropa.
¿Qué representa el testimonio de la niña de Birán?
Su testimonio se ha convertido en el símbolo de la vulnerabilidad infantil en Cuba y en una denuncia espontánea de la crisis social que vive el país.
¿Cuál es la situación actual en Birán después del ciclón?
La zona continúa en estado crítico. Muchas familias viven bajo lonas improvisadas y dependen de la solidaridad ciudadana para sobrevivir.

