La ciudad costera de Gibara, en la provincia de Holguín, amaneció bajo un clima de tensión tras la protesta que tuvo lugar la noche anterior. Lo que comenzó como un estallido espontáneo de ciudadanos cansados de los apagones prolongados, la escasez de agua potable y la falta de alimentos básicos, terminó derivando en una respuesta represiva que ya empieza a dejar detenidos entre sus participantes.
De acuerdo con fuentes informadas, en días recientes se ha efectuado el arresto de varios manifestantes. Esta respuesta era esperada debido a que las autoridades de la isla suelen esperar a que las protestas concluyan para poder identificar, ubicar y arrestar a los que consideran responsables. Con esto, el Gobierno intenta disuadir futuras protestas, advirtiendo sobre las repercusiones de alzar la voz.
La manifestación en Gibara fue, en esencia, un grito desesperado de una población que se siente cada vez más arrinconada por la crisis. Las consignas no se limitaron a las carencias materiales; también estuvieron cargadas de exigencias de respeto, libertad y dignidad, reflejando un cansancio social que va más allá de la falta de recursos. Los asistentes reclamaban no solo soluciones inmediatas a los problemas del día a día, sino también un cambio en la manera en que son tratados como ciudadanos.
El periodista independiente José Luis Tan comentó que las detenciones eran “inevitables” y que resultaba inusual que no se hubieran producido de inmediato. Con ello, se confirma una dinámica ya conocida en otras ciudades del país: el régimen tolera temporalmente la protesta, pero luego aplica su estrategia de represión diferida, destinada a generar miedo y desalentar futuros levantamientos.
Aunque estas tácticas represivas no parecen detener el descontento, sí revelan la carencia de soluciones reales por parte de un sistema que depende de los castigos para mantener el control. Queda por ver si las detenciones recientes calmarán las protestas en Gibara o si, en cambio, impulsarán a otras comunidades a exigir sus derechos.
Gibara se suma así a una lista creciente de localidades cubanas donde la ciudadanía, harta de sobrevivir entre carencias y restricciones, decide romper el silencio y enfrentar el miedo. Aunque la represión intenta sofocar esos reclamos, cada protesta deja en evidencia la magnitud del malestar acumulado en la sociedad cubana.
¿Qué motivó la protesta en Gibara?
La manifestación surgió principalmente por los apagones prolongados, la escasez de agua potable y la falta de alimentos básicos, aunque también incluyó reclamos por libertad y respeto a los derechos ciudadanos.
¿Hubo detenidos tras la protesta?
Sí. Varias personas fueron arrestadas horas después de la manifestación, en un patrón que se repite en la isla: esperar a que termine la protesta para luego identificar y detener a los participantes.
¿Qué significa la represión diferida aplicada en Cuba?
Es una estrategia en la que las autoridades permiten que la protesta ocurra, pero actúan posteriormente con arrestos selectivos, buscando sembrar temor en la población y evitar futuros levantamientos.
¿Cómo reaccionó la población ante las detenciones?
Aunque existe temor, la represión también genera más inconformidad, ya que refuerza la percepción de que no hay soluciones reales a los problemas que enfrenta el país.
¿Puede esta protesta inspirar movilizaciones en otras ciudades cubanas?
Es posible. Aunque el régimen intenta frenar el descontento con castigos, cada manifestación envía un mensaje de resistencia que podría motivar a otras comunidades a reclamar sus derechos.
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